«La segunda novela de Silvia M. Díaz con Cherry Publishing te dejará sin aliento.
Alba tiene una vida más que perfecta. Vive con Darío en Mallorca, tranquila y aparentemente feliz. Él, que sabe cómo acariciarla y cómo le gusta el café, pone todo su esmero en hacer de sus días algo cuadrado. Pero lo que Darío no entiende es que Alba es la persona más redonda de la isla. Ella necesita rodar, rebotar, sentir que el mundo gira con ella.
Y un septiembre se abren las puertas del instituto donde más que enseñar, Alba aprenderá qué es el amor de verdad de la mano de un profesor de Educación Física de ojos verdes: Kassem.
Entra en la vida de Alba como un coche sin freno de mano se deja caer por una pendiente: cediendo rápidamente, chocando con todo cuanto encuentra y mostrándole a Alba unas grietas que ella jamás pensó que la cautivarían.
Alba tiene que decidir a qué coche subirse. Si al que lentamente recorrerá Mallorca siempre por el mismo camino, o al que desde Ibiza ha llegado para llevárselo todo por delante.
Llaves. Contacto. Arranque. Primera».
Atrevida. Apasionante. Intensa. Adictiva. Silvia te deja sin aliento con cada página de Imperfectos, una novela que tiene apenas ciento cincuenta páginas y que me leí en una tarde. Pasemos a analizarla para entender por qué.
En Imperfectos conocemos de primera mano a Alba, una chica de veintisiete años que lucha por conseguir una plaza fija como profesora de Lengua y Literatura. Vive desde hace cinco años con su novio, Darío, un librero perfecto, con una sonrisa perfecta, unos padres perfectos y unas manías perfectas. Todo en él es maravilloso y no hay nada de lo que quejarse, excepto de una cosa: de que nadie, ni siquiera él, puede ni debe ser tan poco imperfecto. Alba lo descubre cuando conoce a Kassem, el profesor interino de Educación Física del instituto en el que ella misma trabajará durante ese curso. La chispa salta al instante entre ellos y es lo suficientemente potente como para que prenda la llama de la duda en el corazón de Alba.
Nuestra protagonista no es, en absoluto, perfecta. De hecho, me he sentido bastante identificada con ella porque es olvidadiza, inquieta y un desastre con muchas cosas. Me he visto reflejada en su situación de ir de estar opositando y trabajando con algo que a mí también me apasiona: la lengua castellana, la sintaxis, la literatura.
Kassem, por el contrario, es alguien más organizado, a pesar de poner patas arriba el mundo de Alba. Es intenso, como el café solo, risueño y sincero. Siempre va de frente con Alba, algo que me encanta. Nunca habla con medias tintas y la conexión que tiene con ella es increíble. Es perfectamente imperfecta.
¿Qué voy a decir de la pluma de Silvia que no haya dicho ya? Leerla siempre es una delicia, un pasaje seguro a un mundo de sentimientos a flor de piel, nudos en la garganta, suspiro y lágrimas contenidas. Pone el corazón en todo lo que escribe y eso se nota en cada línea.
Sin duda, os recomiendo que leáis Imperfectos si os gusta el salseo y pasar un buen rato, o buscáis esa historia que os encoja el alma y os deje con resaca literaria.
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