James Conklin, hijo único de una madre soltera, nació con una habilidad sobrenatural que su madre le aconseja guardar en secreto. Cuando una inspectora de policía del departamento de Nueva York le obliga a parar un atentado, Jamie deberá pagar un precio muy alto.
El autor nos presenta a una familia formada por una madre y un hijo, no sabremos nada del padre hasta el final y cuando se descubre, es tal el impacto que tienes que leerlo dos veces.
Tia Conklin, agente literaria y su retoño, James, viven una vida desahogada, hasta que son víctimas de una estafa piramidal.
Tras verse casi arruinados, deben mudarse a un sitio más humilde, aunque, la verdad, ambos salen hacia delante de nuevo. Entra en escena también, Elizabeth, inspectora de policía que inicia una relación con Tia.
Nuestro protagonista crece conforme avanza la historia y es un personaje fácil de empatizar con él. Al igual que con el profesor Bucket, un profesor de universidad jubilado que, a pesar de la diferencia de edad, James y él mantienen una buena amistad.
En cuanto a Elizabeth Dutton, no es hasta más adelante cuando entendemos, porqué actúa así.
Me ha parecido una historia magistral, con un lenguaje sencillo, de calle, algunos momentos me ha recordado a El resplandor, ya que, tanto Danny como James comparten la misma habilidad.
Y también menciona los fuegos fatuos de gran importancia en su obra It.
En definitiva, una lectura más que recomendable.
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