RESEÑA KRAVEN: EL CAZADOR

El llamado Sony-Verse se inició como un proyecto a largo plazo en el que Sony intentaría replicar la fórmula de Disney/Marvel, es decir, un universo compartido de, en este caso, villanos de la factoría Spider-Man. Lo que veríamos de ahí en adelante serían interpretaciones de los personajes en cuestión un tanto (bastante) alejadas de su versión de los cómics. Así que ahí se dirigía Sony, dispuesta a reventar la taquilla (cosa que hizo, por cierto) con su primera y gran apuesta: Venom. El resto, como se suele decir, es historia.

Después de la despedida de Venom el pasado octubre, llega Kraven: el Cazador para poner punto y final a este universo (si es que se le puede llamar así). Aaron Taylor-Johnson vuelve a sumarse a una película Marvel, esta vez interpretando a Kraven, uno de los villanos más famosos y salvajes (je) de Spider-Man. Está claro que lo de villano se lo vuelven a dejar en los cómics.

Si, amigos. Nos volvemos a encontrar con ese término que tanto miedo da escuchar: “antihéroe”. Llamamos “antihéroes” a aquellos personajes cuyos actos son cuestionables, pero que no llegan a ser unos villanos per se, sino que caen bien y hacen que el espectador empatice con ellos. Kraven, como no, está incluido en ese lote.

Kraven el Cazador es floja, muy floja. Mira que el nivel del universo de villanos de Sony no es nada del otro mundo, pero a esto lo llamo yo irse “por la puerta grande”. La película es un A, B y C de manual. ¿El argumento? Kraven es el hijo de un hombre malvado (interpretado por Russell Crowe) que adquiere poderes gracias a una niña que se lo encuentra porque sí. Pasados los años, se dedicará a cazar criminales mientras lucha con su pasado. Oséase, una historia de venganza de toda la vida. El problema es que parece más un defensor que un villano. Taylor-Johnson está mazadísimo y todo lo que quieras, pero no ves a la bestia que es Kraven por ningún lado. No infunde ese miedo que tiene que infundir un personaje así. El actor se entrega, pero le ponen durante las dos horas de duración a correr de arriba abajo y escalar. Escala mucho. Vamos, que estamos ante un biopic de Tom Cruise y Jesús Calleja, juntos en la misma persona. El resto de personajes pasan sin pena ni gloria, incluidos unos villanos que… telita. Por un lado tenemos a Rhino (protagonizando un momento que sigo sin poder describir) y a un señor que cuenta hasta 3 y que es clavado a Miguel Maldonado. Todos ellos tienen delante un guión del todo irregular, cuyo montaje no le favorece en absoluto, encontrándonos un largometraje lleno de parches y saltos que saltan demasiado a la vista.

El aspecto visual es el común en muchas de las actuales superproducciones, desgraciadamente. A lo mejor soy yo que me he vuelto demasiado exquisito, pero los cromas se ven a la legua, y el CGI de algunos personajes es bastante cuestionable. En su día avisaron de que iba a ser sangrienta debido a la naturaleza del personaje, y no mentían, aunque de nada sirve “tanta” sangre si, debido al ya mencionado montaje, ni se aprecia al estar interrumpida por los cortes mal hechos y unos planos que aumentan pero que también disminuyen la apreciación de lo que ocurre en pantalla. 

Parece que nada ayuda en este film cuyo presupuesto asciende a los 130 millones de dólares. Pues no, todo ese potencial no ha sido ni mucho menos aprovechado. Y eso es lo que pasa cuando no se conoce la historia de los personajes que se quieren adaptar a la gran pantalla, que te sale un mundo de villanos que no son villanos y de universos compartidos que no son universos compartidos. Kraven es el colofón a un proyecto sobre el mundo de Spider-Man al que solo le faltan dos cosas: cabeza y… Spider-Man.

Como siempre, os animo a que vayáis a verla y opinéis vosotros mismos.

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