Arthur – Larga vida al rey perruno

Michael Light lleva diecinueve años corriendo y esta es su última oportunidad para ganar. Por eso, en Pasaporte Akihabara, queremos dedicarle unas líneas al último estreno al que hemos sido invitados por Diamond Films: Arthur, the King (que en España ha sido traducida únicamente como Arthur).

Los fans de Siempre a tu lado o Liberad a Willy seguro que ya saben de qué va esto. La historia del sueco Mikael Lindnord, capitán del equipo de atletismo de aventura que, en uno de sus campeonatos por la jungla ecuatoriana, se encuentra a un perro callejero, logrando seguir al deportista por un recorrido peligroso que perfectamente podría haber acabado con su vida.

Póster oficial

Mark Wahlberg, que no tiene mucho de sueco, encabeza el elenco de Arthur como una versión americanizada (¿a alguien le extraña?) de Lindnord con su propia crisis de identidad. La película, en ese sentido, aborda esa obsesión insana que persigue en ocasiones a los hombres, desgañitándose por intentar demostrarse lo que son so pena de sentirse de por vida unos fracasados. Da igual que tengan una familia, que sean medio famosos o que su casa tenga chimenea en la habitación principal.

Así es cómo Michael Light se embarca en un viaje que termina siendo de redescubrimiento. Seguro de que determinadas personas como su compañero Leo Sun (Simu Liu) corren por los motivos equivocados, es palpable desde un comienzo que los motivos que mueven a nuestro protagonista no son tampoco los correctos. Y es palpable esto como lo es todo en la película, por desgracia. Desde las lecciones que se van a intentar apostillar hasta lo que te depara la siguiente escena, una tras otra. Porque, ¿para qué intentar dejar entrever los mensajes o las comparativas (dicen que los perros se parecen a sus dueños y sino fijáos en la barba de Wahlberg o en la herida de Arthur) si podemos explicarlas, desconfiando de la capacidad de síntesis de las personas? Reconozco que pensé que al menos me darían eso, pero terminé descubriendo que no. Creo que el modelo hollywoodiense no lo contempla en sus tablillas de arcilla con los diez mandamientos sobre cómo hacer una película.

Aunque hay un concepto que se plasma muy bien en este largometraje y es la capacidad de lograr algo cuando tus redes sociales echan humo. En el caso de Michael, fueron ellas las que consiguieron que su vida como deportista profesional se esfumara (obviando sus actos), también el reclamo que sus patrocinadores le piden, presencia y publicidad en ellas, y lo que finalmente ayuda a que la historia de Arthur (que es el perro, por si hace falta explicarlo también), haciéndose viral, ablande a tantas personas y acapare tanta atención, logrando así solventar mágicamente determinados trámites legales. Es imposible negar hoy en día que, desde hace tiempo, para algunas cosas, importa más el número de followers que el curriculum vitae y Michael no se libra de sufrir semejante cambio en el paradigma social.

Pero esto no se queda aquí, sino que nos lleva al siguiente tema candente dentro de la película que no da señales de humo en esta porque nadie le dedica ni una sola frase, aunque mi cabeza sí ardiera en llamas mientras la veía. Y es ese juego de ricos que atraviesan setecientos kilómetros escalando en bici o en kayak mientras lo hacen por zonas aledañas tan pobres que no tienen ni para un techo. ¿Soy la única que aprecia un patrón de cansancio en este tipo de narraciones? Succession, Saltburn, Maxton Hall, la MET gala… historias de ricos que cada vez nos quedan más y más lejos, haciéndonos pesado intentar empatizar con ellos. Aunque, en ese sentido, la presencia de Arthur ya nos arranca la suficiente lástima como para que nuestro corazón y nuestro interés se mantenga fijo en sus aventuras, por más que colinden con las de los niños ricos. ¡Ah, cuánto saben esas tablillas sobre lograr el favor del público!

Finalmente, intentando surfear las llamas y volviendo de mi mundo de fantasía para recordar que esta es una película dirigida a toda la familia (ubícate de una vez y deja de buscarle tres pies al perro), decir que si os gustan las historias basadas en hechos reales con animales, acción y que no duran tres horas interminables, siempre podréis darle una oportunidad a Arthur a partir del 31 de mayo, pues busca llamar nuestra atención presentándose con un tráiler que es todo adrenalina:

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