Houston, tenemos un problema. En Pasaporte Akihabara pudimos ver hace unos días Fly me to the moon, la nueva película de Sony Pictures en colaboración con Apple TV y que podréis disfrutar en cines a partir de hoy mismo, y no sabemos si vamos a poder expresar cuánto nos ha gustado.
Para empezar, la película cuenta con actores de la talla de Scarlett Johansson (Avengers, Lost in Translation) y Channing Tatum (Querido John, Magic Mike), y secundarios como Woody Harrelson (True Detective, Zombieland), Jim Rash (Community), Peter Jacobson (House M.D.) o Christian Clemenson (Boston Legal).
No podremos negar que esta historia ya nos suena mínimamente, y es que la carrera espacial que había comenzado en 1955 por ver si EEUU o Rusia llegaban antes al espacio tuvo su momento más trascendental en 1969, cuando los primeros lograron que el hombre pisara la luna por fin, dejando una bandera americana en su superficie. O eso dicen. Porque la leyenda que ha llegado hasta nuestros tiempos habla de un montaje paralelo con Stanley Kubrick a los mandos debido a la imposibilidad de que una cámara pudiera grabar en un ambiente tan hostil como el espacio.
La idea de coger un hecho histórico que se ha embebido durante años de esa leyenda y jugar con él a golpe de humor, añadiendo un toque de romance es algo que ha obsequiado a Fly me to the moon con un resultado estupendo, divertido, liviano y sin pretensión alguna. Digo esto último porque todos sabemos cómo es América y lo mucho que le gusta ensalzarse en sus películas. Sin embargo, en este caso, podemos contar incluso con cierta autocrítica que involucra a la guerra de Vietnam y al hecho de convertir todo en un producto vendible. Hasta las esperanzas existencialistas de cada ser humano por alcanzar la luna.
Así que la película nos presenta a una Frank Abagnale Jr. (sin lo de falsificar cheques) que se dedica a vender coches y que es pronto interceptada por un tipo del que ni siquiera sabemos su nombre (hasta esto era confidencial), sino únicamente su mote: Moe. A Woody Harrelson le da igual ser protagonista o secundario, porque sus personajes siempre se lo llevan todo. ¡Y mira que aquí tiene una competencia abrumadora con el personaje de Scarlett! Kelly Jones, que es nuestra Don Draper particular (con estrategias de marketing más sensacionalistas y menos profundas, todo hay que decirlo) interpretada por Johansson, pasa entonces de vender coches a vender… la luna. Para ello, tendrá que mudarse a Florida y tratar a diario con los científicos del complejo de cabo Kennedy, particularmente con su jefe, Cole Davis, interpretado por Tatum (sí, chicas, aquí empieza la historia de amor).
Jones y Davis se llevan fatal desde un comienzo y eso genera una relación de rivals to lovers entrañable que ni siquiera termina de quitarle protagonismo a la auténtica historia. Una historia reforzada, además, con un montaje dinámico y una protagonista femenina fuerte e inteligente que pasa por encima de casi cualquier hombre de una forma poco realista para esos años (que se lo digan a Midge Maisel). Pero pese a no centrarse a la hora de añadir el toque machista acorde a la época, sí que se han centrado en criticar otros puntos. Como el hecho de haber estado gastando millones en la carrera espacial teniendo a sus soldados muriendo en Vietnam o que hasta el espacio es la valla publicitaria perfecta. Por eso el primer reloj que fue a la luna resultó ser un Omega y por eso también se generó, en la película, esa idea primera de crear una grabación que poder usar de backup en el caso de que la auténtica no llegara a término, porque era necesario vender el triunfo del pueblo americano al propio pueblo americano para mantener la esperanza en el trabajo del gobierno en esos términos, recuperando así la fe perdida en las anteriores misiones fallidas de la NASA.
Después de visualizar Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023), creo que ha quedado bastante claro que nos morimos por los lanzamientos y que nadie nos despega de la silla cuando estamos a punto de ver uno, ya sea de bombas atómicas o de cohetes espaciales, y eso es algo que la película aprovecha muy bien, dándole la importancia que tiene a la misión y al propio lanzamiento sobre la historia de amor, sin terminar de desmerecer esta.
Lo que no pasa por alto la película tampoco es el juego que pueden generar los personajes grises, pues mientras Cole es un Capitán América de los pies a la cabeza (y hasta él aprende algo de su partenaire), tanto Kelly como Moe juegan en un amplio espectro de grises que van, por otro lado, acordes a su profesión. No existe un villano abocado a hacer el mal o vengarse en el caso de que le lleven la contraria, sino un profesional con las cosas claras que sabe cuándo, siguiendo sus normas o no, una persona ha logrado un trabajo excepcional y lo celebra por ello.
Exactamente de la misma forma que nosotros deberíamos celebrar una película que promete en su tráiler exactamente lo mismo que nos termina dando (algo que hoy en día es más difícil de lo que parece). Por eso os dejamos a continuación un pequeño adelanto a ritmo de T. Rex, esperando que estéis preparados para pasar un buen rato y olvidaros de todo lo que no tenga que ver con el Apolo 11:
Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para disfrutar de una estupenda sesión de cine.