Hong Sang Soo nos trae la historia de Gamhee, una mujer que aprovecha el viaje de su marido para reencontrarse con algunas amigas/conocidas del pasado.
En esta cinta nos encontramos con una historia sencilla y sin pretensiones de aspirar a ser una gran película, sin embargo, es en esa sencillez donde irradia la profundidad de las relaciones personales entre las protagonistas.
Podemos ver cómo se repite el mismo patrón de comportamiento cada vez que Gamhee está junto a una de sus amigas. En los tres casos observamos cómo la conversación entre ellas es tensa y ninguna de las mujeres termina de estar en una posición cómoda, además Gamhee utiliza la excusa y remarca de manera constante que su marido esté fuera para justificar la visita a sus amigas.
Otro patrón repetido es que en los tres casos siempre hay una figura masculina interrumpiendo la conversación, símbolo de lo que las protagonistas sienten de las diversas relaciones que han tenido con los hombres, relaciones que no han sido buenas y no les han aportado nada más que incomodidad en sus vidas.
En resumen, Hang Sang Soo nos trae una película que, aunque nos muestra un argumento aparentemente liviano, está llena de matices y detalles que hace que el espectador pueda interpretar qué es lo que ocurre en la historia, a través de lo poco que nos deja ver de las relaciones de sus protagonistas.
Pero muchos os estaréis preguntado, y con una historia tan sencilla ¿por qué ese título? Pues bien, aquí entra el juego el poder de la interpretación personal. Bajo mi punto de vista, Gamhee escapa de la rutina y de la falta de estímulos en su vida diaria a través de esos viajes, y a la vez escapa de una relación tóxica, pues podemos observar cómo justifica su ausencia y a su marido en no querer separase de ella. Y además, cuando una de sus amigas le pregunta, no es capaz de decir que verdaderamente le quiere.