RESEÑA LAS CHICAS DE LA ESTACIÓN

La verdad duele. La verdad tiene que ser contada. Y eso es precisamente lo que ha conseguido “Las chicas de la estación”.

Más que una película, es una llamada de atención, y una forma tremendamente directa de decirnos “eh, que esto existe y lo tenemos frente a todos nosotros”. Juana Macías compone un largometraje (escrito junto a Isa Sánchez) en el cual se cuentan las cosas tal y como son. Aquí no hay medias tintas, lo que se tiene que decir se dice y lo que se tiene que mostrar, se muestra. 

Basada en una historia real, nos cuenta la historia de tres amigas (Jara, Álex y Miranda) que viven en un centro de menores. Han crecido sin referentes positivos alrededor, cosa que les ha hecho tener que “buscarse las castañas” desde pequeñas. Y eso no es algo precisamente bueno, viendo lo que vemos en la película. Todo comienza con el cumpleaños de nuestra principal protagonista, Jara. El objetivo principal de las jóvenes es ir a un concierto, pero necesitan el dinero. Lo que parece una trama inocente y costumbrista pasa a ser un completo caos, cuando se ven envueltas en un oscuro mundo al juntarse con quien no deben para conseguir ese dinero. En definitiva, estamos ante una película de prostitución de menores.

Como ya he mencionado antes, la mejor forma de contar una historia así, es de esta forma. Sin andarse por las ramas, sin necesidad de maquillar nada. Estamos acostumbrados a encontrarnos con un tipo de narraciones en las que se insinúa en vez de mostrar. Aquí se da un pasito más allá. 

Obviamente, no llegamos a ver determinadas situaciones al 100% (no es para nada necesario), pero sí que tenemos momentos que van más allá de lo normalmente mostrado. Todo es lo más crudo que puede llegar a ser, porque (tristemente) así es la realidad en la que vivimos. Nuestras tres adolescentes conviven en el purgatorio, para encontrarse con el mismísimo infierno en cuanto salen por la puerta. Eso no quiere decir que no vivan momentos preciosos, pero aún así es una belleza triste, insuficiente (no para ellas, sino para el espectador). Vemos disfrutar a esas chicas, ya sea estando en la playa o asistiendo a un concierto, pero todos sabemos que esa “felicidad” no es justa para ellas, ni para ningún ser humano que se precie.

El ritmo y pulso están muy bien medidos. Si bien contamos con una cámara en mano, esta se intensifica en aquellos momentos en los que nuestras protagonistas llegan a momentos de tensión extremos (se me viene a la cabeza un momento en particular con Álex), ofreciéndonos unos planos muy cerrados y sinceros, llenos de verdad.

El reparto está espectacular. Destaquemos a sus tres protagonistas (Salua Hadra, Julieta Tobío, y María Steelman), que se comen la pantalla, con el añadido de ser actrices primerizas. Sublimes las tres, nada fácil hacer lo que hacen, y haciéndolo como lo hacen. Por otro lado, tenemos al ángel y al demonio, que acompañarán de mejor o peor forma a las adolescentes durante las casi 2 horas de metraje. Como ángel contamos con la presencia de Pepo Llopis (El Juego de las Llaves). Éste representa esa calma y cabeza que necesitan las tres chicas, brindándonos una interpretación sosegada e inspiracional. Y nuestra villana está interpretada de una forma absolutamente cruda e impactante por La Fanny. Ella es la detonante del conflicto principal de la película, y por la cual nuestras protagonistas vivirán algunos de los peores momentos de sus vidas (que no los únicos).

Si tengo que ponerle algún “pero” diría que, en ocasiones, esa rotura de la cuarta pared se me ha hecho un tanto extraña por la forma en la que está realizada, descuadrándome por momentos. Y, en segundo lugar, he de decir que la historia de Miranda se me queda un tanto coja en comparación a las de sus dos compañeras de reparto. Siento que es un personaje con muchas posibilidades e interesante que no se llega a explotar del todo.

En definitiva, es una película cruda, real y directa, que no te deja indiferente. La vida puede ser horrible, pero Juana Macías nos deja claro que lo importante no es el lugar del que vengas, sino al que decides ir.

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