
He de confesar que no había podido disfrutar de las dos primeras entregas de Paddington hasta que me enteré de que iba a ver la tercera parte. Pues bien, quiero empezar esta crítica disculpándome ante todos vosotros, porque no sabía lo que hacía. Tras una primera entrega divertida y sorprendente, la segunda parte elevaba todo a la máxima potencia y nos brindaba una película formidable. Por cierto, Pedro Pascal tiene algo que decir sobre eso.

Después de la friolera de 8 años de espera (7 para EEUU) el osito inglés llega con la intención de brindarnos de nuevo una experiencia insuperable. ¿Lo consigue? No como la segunda, pero vaya si lo consigue.
Esta vez, Paddington tendrá que viajar hasta Perú para volver a ver a su tía. No todo es tan sencillo, ya que el reencuentro se convertirá en una búsqueda incesante a la par que divertida por la implacable selva amazónica. No estará solo, ya que la familia Brown le acompañará (nótese el relevo de Sally Hawkings por parte de Emily Mortimer) y ayudará a su vez a enfrentarse al villano de la cinta, un divertidísimo Antonio Banderas, que se lo pasa de fábula (lo mejor de la película, en mi opinión). Pero no es la única novedad en el reparto, ya que la tremenda Olivia Colman también se dejará ver, interpretando a una monja de lo más excéntrica. Otra que se lo pasa como una niña pequeña y que da comienzo a la película con un número musical que te deja claro el tono rocambolesco del film.


El argumento y la pegada general son más ligeros que en sus anteriores entregas (sobre todo la segunda) pero el ritmo sigue siendo espectacular, más para una película “infantil”. Y lo de “infantil” es solo una etiqueta, porque ese humor inglés tan característico que impregna todo el guion está dirigido en muchas ocasiones a los adultos. Bueno, por eso y porque ya quisieran muchas películas que van de adultas tener la mitad de calidad que tiene esta trilogía. Paddington: Aventura en la Selva sigue gozando de ese mix de inocencia y locura que hará que no retires la mirada de la pantalla en ningún momento, cosa que tiene mucho mérito. Los actores lo disfrutan (se nota), el ritmo no decae, los efectos visuales han mejorado con respecto a anteriores entregas, y en más de una ocasión se producen referencias a otras películas que harán las delicias del espectador más cinéfilo. ¿Qué más se puede pedir?

Pues no se puede pedir nada más. Se nota mucho cuando una película está hecha con cariño y pasión, y esta es una de esas ocasiones. Nuestro osito preferido nos vuelve a traer una aventura dulce, intensa, y divertida. Y ante eso solo podemos dar gracias y rendir pleitesía al auténtico héroe de acción del siglo XXI.
Paddington, eres el mejor.